La restauración artesanal de libros históricos en el Archivo de Murcia

La labor de restauración no solo devuelve la vida a los libros, sino que también preserva la memoria histórica de la región.
La restauración artesanal de libros históricos en el Archivo de Murcia La restauración artesanal de libros históricos en el Archivo de Murcia

En el Archivo General de la Región de Murcia, un taller de restauración se ha convertido en el refugio de libros históricos que, debido al paso del tiempo y al deterioro, se encuentran en condiciones lamentables. Aquí, se lleva a cabo un proceso completamente artesanal que permite devolverles la funcionalidad y la belleza, permitiendo que estos documentos puedan ser consultados nuevamente por investigadores y curiosos. La restauradora Esther Marcos es la encargada de este delicado trabajo, único en la comunidad autónoma.

El proceso de restauración de documentos

La restauración comienza con un meticuloso proceso que requiere numerar cada una de las páginas de un libro antes de desmontarlo por completo. Esto permite tratar cada hoja de manera individual. Esther Marcos, con su experiencia y destreza, inicia la limpieza en seco, utilizando un pincel para eliminar la suciedad superficial. A continuación, repasa cada página con un bisturí y diversas gomas de borrar para garantizar que queden limpias y listas para el siguiente paso.

Una vez que las hojas están limpias, se planchan para eliminar cualquier arruga, un proceso que Marcos compara con alisar una falda de lino. Estas hojas, que pertenecen a libros antiguos hechos de papel de trapos, requieren un trato especial. A pesar de la creencia común de que el papel y el agua no se llevan bien, el agua es esencial para la restauración, ya que ayuda a hidratar el papel, que necesita este elemento debido a su proceso de fabricación.

La magia de la reintegración

Una vez lavadas, las hojas aún pueden estar rotas. Para reparar estos daños, Marcos elabora manualmente una pasta de papel a partir de fibras de lino y algodón, combinadas con colorantes naturales. Este proceso se realiza en un molino papelero, donde la cuidadosa mezcla se transforma en una pasta que se utilizará para rellenar los espacios dañados.

Las hojas lavadas se protegen con una fina lámina de papel de kozu, que tiene propiedades tanto protectoras como reversibles, garantizando que cualquier restauración pueda deshacerse si es necesario. Luego, se utiliza una máquina llamada reintegradora mecénica para rellenar los agujeros y partes rotas de las hojas con la pasta de papel. Este proceso es casi mágico: a medida que la máquina elimina el agua, los agujeros se van llenando, y cuando el agua desaparece, las hojas quedan como nuevas, con la única diferencia de que la pasta restaurada es ligeramente más clara que el papel original, asegurando que la intervención sea discernible.

El arte de la encuadernación

Una vez finalizado el proceso de restauración, las hojas se dejan secar antes de ser reensambladas. La encuadernación se realiza a mano, utilizando aguja y punzón en un pequeño telar, lo que garantiza que cada libro recupere su forma original. La duración de este trabajo varía significativamente, dependiendo del tamaño y el estado del documento. Por ejemplo, un protocolo notarial del siglo XVI puede requerir hasta dos meses de trabajo para ser restaurado.

El legado del taller de restauración

Desde su apertura en 2008, el taller ha tenido que lidiar con la falta de fondos y el cierre temporal durante la crisis de 2011 y 2012. Actualmente, Marcos es la única restauradora que trabaja en este centro, que alberga 23 kilómetros lineales de documentos, el más antiguo de los cuales data de 1284. A pesar de la gran cantidad de material que aún queda por restaurar, Marcos mantiene una actitud optimista. “Siempre habrá documentos por restaurar mientras exista el archivo”, afirma con una sonrisa.

La labor de restauración no solo implica devolver la integridad física a los libros, sino también preservar la historia y la cultura que representan. Cada documento restaurado es un paso hacia la conservación del patrimonio histórico, una tarea que, aunque desafiante, es profundamente gratificante. La dedicación de Esther Marcos y su equipo asegura que las futuras generaciones puedan seguir disfrutando y aprendiendo de estos tesoros del pasado.

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